miércoles, 13 de febrero de 2013

~1.


Dejaba que la sangre le corriera los antebrazos sin importarle ya que pudiera manchar el suelo donde pisaba, o la ropa que llevaba puesta. Nada ya importaba, todo daba ya igual...
- ¿Por qué lo hiciste?

- No intentaba suicidarme.

- Eso no es lo que los médicos dijeron.

- Se supone que ese veredicto debe de darlo usted.

El psiquiatra me mira y parpadea. No cree que haya dicho eso. Le he sorprendido gratamente, porque sonríe.

- ¿Entonces, mezclar cerveza y catorce pastillas para dormir no es intentar suicidarse?

- Sólo quería... - me interrumpe.

- ¿Qué querías, Liv? ¿Hacer un atentado contra ti misma?

- Puede ser.

Chasquea la lengua y apunta en esa maldita libretita que tiene entre las piernas. Mira su reloj y suspira.

- Me temo que debemos dejarlo aquí.

- Está bien - me levanto.

- ¿Vas a cortarte más esta semana?

- Quién sabe - contesto, tapando mis muñecas con las pulseras y saliendo de la consulta.

Una vez en la calle veo a Jade esperándome, apoyada en el capó de su coche. Me sonríe y me abraza. Cree que estas terapias me ponen peor que antes de ir, pero nuestra madre no opina igual.

Tengo trastornos bipolares desde los once años. Los niños de mi clase me hacían bullying, y empecé a cortarme y a no comer con doce años. Mi vida fue un caos que acabó en mi intento de suicidio a los catorce años. Ahora tengo diecisiete y acabo de empezar la universidad, después de haber estado tres meses en rehabilitación.

No ha sido fácil. Ni para mí, ni para Jade, que ha sido la que más me ha apoyado en el centro. Venía a verme siempre que podía recibir visitas, y la verdad es que tampoco buscaba la compañía de nadie más. Estamos bien así.

El pelo me ha crecido tanto que me llega por debajo de los pechos, y he ido a teñírmelo de rosa, un sueño que tengo desde hace años. Gracias a que ya he podido hacerlo sin tener permiso de mi madre. Jade dice que me veo rara con él. Pero ella lo quiere rubio con las puntas azules. No sé qué es más raro de las dos cosas.

Abre la puerta del coche y pone Come On Eileen a todo volumen. La genial música llega hasta mis oídos, y después hasta mi cerebro, donde provocan unas interesantes ganas de ponerme a bailar encima del asiento del coche aunque no quepa.

Jade empieza a cantar y sonrío. Mi hermana me lleva cuatro años y aún así parece de mi edad. Es genial vivir con ella. Le queda un año de universidad y tendrá la carrera. Es muy inteligente aunque a veces no lo crea. Puede conseguir cualquier cosa que se proponga. Un día se propuso sacarse el carnet del coche, y míranos, surcando la ciudad de Chicago en su coche.

Bajo un poco la ventanilla y disfruto del aire calentito que entra por ahí. Estamos a finales de septiembre y ya quedan tres días para empezar las clases. Estoy nerviosa y ansiosa, por fin estoy en la universidad. No quiero conocer a gente nueva, salvo la que Jade me obligue a conocer. No quiero ser más conocida de la cuenta, vivo bien en el anonimato.

~

- Cielo, despierta - susurra Jade moviéndome. - Llegaremos tarde si no te levantas ya.

Hago un ruidito como respuesta y Jade se levanta de mi cama. Siempre me despierta así. Odio los despertadores.

Me levanto, me peino, me aseo, desayuno y cojo una mochilita donde guardo mi estuche y algunas libretas para tomar apuntes sobre todo lo que nos digan hoy. También cojo mi agenda de nuevo curso y veo que mi hermana ha puesto su dedicación anual:

Sonríe hermanita, eres la mejor. 

Sonrío y la guardo también en la mochilita. Ya estoy lista. Salgo de casa y me monto en el asiento del copiloto, mientras mi hermana conduce hacia la universidad con I Knew You Were Trouble. 

Llegamos a los quince minutos y veo que hay mucha gente ahí. Demasiada. Todos aparentan la edad de mi hermana y yo me siento como un bebé en aquel lugar. Empiezo a respirar hondo intentando tranquilizarme y Jade me acaricia el brazo.

- Está bien, cálmate. Es tu primer día. No va a pasar nada malo - me dice, intentando tranquilizarme.

- No quiero ir - susurro, mirándola, con los ojos acuosos.

- ¿Quieres que te lleve a casa?

- Tienes clase en diez minutos; no te da tiempo.

- Que le den a las clases. ¿Quieres que te lleve de vuelta?

Miro el gran edificio y a todas las personas que van entrando poco a poco. Algunas en grupo, otras solas. Algunas se abrazan después de un largo verano sin verse, y yo me siento pequeña de nuevo. Pero no quiero perjudicar a Jade. Niego y salgo del coche con paso decidido.

Me acompaña hasta la entrada y me deja en mi aula.

- Si no sabes donde está cada cosa, pregunta a los profesores, o ve a secretaría, que está enfrente. ¿De acuerdo? Nos vemos a la hora del almuerzo - asiento, me abraza y se va.

Miro a la gente que está dentro del aula y esos parecen de mi edad, aunque no somos iguales ni mucho menos. Hay un grupo al fondo que ya se está tirando bolitas de papel y eso que acaban de llegar, y se supone que ya no estamos en el instituto. Me fijo, y veo que los pupitres son de dos. "Tienes que hacer amigos", dice mi psiquiatra. Me siento en la primera fila y dejo mi mochilita en la mesa.

Van entrando más chicos y chicas que me miran raro, ya que, de las tres filas de mesas que hay, sólo yo estoy sentada en uno de los pupitres de las primeras. Bajo la mirada y me miro los dedos, esperando a que entre el profesor. Entonces veo que alguien se sienta a mi lado y le miro, confusa.

- ¿Puedo? - pregunta, preocupado por mi reacción. Trago saliva y asiento. - Genial, no quiero sentarme ahí detrás - murmura más cerca de mí, señalando disimuladamente los grupos que se van dispersando a nuestras espaldas cuando vemos al profesor hacer su aparición. Sonrío como respuesta y me agarro las mangas de la camisa que llevo puesta. - ¿No tienes calor con eso? - Niego. - ¿Eres muda?

- No - digo por fin.

- Tímida, por lo que veo - dice, tendiéndome la mano. - Soy Mikey, el rey de los tímidos hasta que te he encontrado a ti...

- Liv - contesto, terminando su frase.

- Un placer.

El profesor empieza la clase y Mikey yo centramos toda nuestra atención en cada palabra que sale de su boca.

~

Termina la case y Mikey se pone de lado, mirándome.

- Si estás aquí, cursaremos las mismas clases, creo - dice, mirando mi horario.

- Sí - contesto.

- Me dijeron que debía hacer al menos un amigo el primer día. ¿Tú que opinas? - le miro desconcertada.

- ¿Qué se supone que voy a hacer yo el primer día?

- Hacer amigos.

- Eso es imposible.

- Te pido que hagas un amigo el primer día, Liv. No que vayas a la Luna andando.

- ¿Quién te dijo eso? - pregunto, rompiendo el silencio que se había formado entre nosotros.

- Mi hermano mayor - contesta, mirando hacia el suelo.

- ¿Cómo se llama? - pregunto.

- Gerard. Tiene cinco años más que yo. Y... - interrumpe su frase y no la continúa.

- ¿Qué ocurre con él? - pregunto, confusa por su reacción.

- Quiero ser como él, ¿sabes? Es un gran artista. Pintar se le da de miedo, y tiene una voz increíble para cantar. Ojalá tuviera éxito haga lo que haga.

- Lo tendrá. Seguro que tu también - aseguro, no muy convencida.

- Gracias, Liv. 

Entra el profesor y nos indica que debemos irnos a otra aula para impartir la clase de matemáticas. Vamos saliendo todos y yo no me despego de Mikey en lo que resta de horas antes del almuerzo.

No ha sido tan difícil hacer un amigo después de todo. Mi psiquiatra estará orgulloso. 

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